Hay unos pasajes bíblicos que siempre me dan vueltas en la cabeza porque hablan acerca de respetar a las personas de autoridad aunque sean crueles. Por un lado, cuando una persona que ocupa un cargo más alto que el mío me trata mal o es injusta porque tiene el ego súper arriba, yo quiero responderle muchísimas cosas que lo dejen callado o lo dejen mal. Quiero darme mi lugar, quiero que respete, que cambie, que deje de hacer lo que está haciendo, y me cuesta entender cuál es el límite que debo poner, dónde empieza y dónde termina. Entonces voy a Dios, ¿qué dice Él? Dice algo muy claro en 1 de Pedro 2:18 "ustedes, los que son esclavos, deben aceptar la autoridad de sus amos con todo respeto. Hagan lo que ellos les ordenan, no solo si son bondadosos o razonables sino también si son crueles", y yo leo eso y soy como: no puede ser. Cómo así que si un jefe es cruel, yo debo hacer lo que me dice y además de eso respetarlo, ¡NO ES POSIBLE! ¿Por qué uno debe hacer algo así? Si en nosotros también habita un sentido de justicia, por qué no poner a esa persona en su lugar?
Pero ¿Saben qué? Dios no nos deja así, Dios nos da una respuesta a esas inquietudes. Dice: "Pues Dios se complace en ustedes cuando hacen lo que saben que es correcto y sufren con paciencia cuando reciben un trato injusto. Es obvio que no hay mérito en ser paciente si a uno lo golpean por haber actuado mal, pero si sufren por hacer el bien y lo soportan con paciencia, Dios se agrada de ustedes". Y hasta ahí yo digo: okay, ya metieron el nombre de Dios, ya me dijeron que Él se complace en mí cuando soy paciente, cuando sufro aún al actuar bien, pero todavía digo: ¿POR QUÉ? ¿No es algo muy injusto? ¿No debería uno defenderse? Es que es el colmo que alguien venga a irrespetarlo a uno. Y Dios continúa en la Biblia diciendo otro argumento: "Dios los llamó a hacer lo bueno, aunque eso signifique que tengan que sufrir, tal como Cristo sufrió por ustedes. Él es su ejemplo y deben seguir sus pasos". Wow, cuando mencionan a Cristo y que Él vivió lo mismo que nosotros estamos viviendo, la cosa cambia.
Yo creo que una cosa que nosotros debemos hacer es poner realmente la mirada en las cosas de arriba. Es recordar que cuando una persona nos trata mal, Dios está viendo y hace justicia por nosotros. Es aprender que Dios exalta a aquellos que se humillan. Y eso no es algo que estemos acostumbrados a escuchar. Vivimos en un mundo en el que todo el mundo quiere defender su lugar, y realmente lo defienden a capa y espada, y de hecho lo logran, los egos vuelan unos tras otros en los lugares de trabajo y en cualquier parte, pero al meditar en la Palabra uno puede aprender que la gente puede pelear por ganar un sitio, pero a nosotros nos defiende el mismísimo Dios. Y eso hace que uno vea las cosas de una manera bastante distinta.
Esta semana redacté una noticia en mi trabajo y la hice pública en la página web para que me la revisaran, ¿saben? era la única manera de que pudieran ver la estructura de la noticia, así que la hice pública por unos minutos. Pero una de las personas que dan la aprobación de cuando una nota de ese estilo se publica o no, se indignó porque yo, según él, pasé por encima de su autoridad. Me habló muy feo en un chat en el que estamos todos. Créanme, yo quería decirle de todo. Quería decirle que era un ignorante, un prepotente, y más cosas que no vale la pena mencionar, pero yo me puse en un lugar distinto. Yo me hice detrás de Dios. Así que imaginé que Dios me defendía. Solo le expliqué las razones por las cuales publiqué la nota por unos minutos y cuando intentó ser más grosero le recordé que respetaba su lugar. No sé si en el chat lo leyó con la intención con la que yo lo hice pero dejó de escribir. Y una persona intervino para terminar la conversación.
Yo me sentía indignada, hasta me desahogué con mi esposo, le conté todo súper indignada, pero aunque aparentemente actué bien, Dios me dio una lección que todavía sigo aprendiendo. 1 de Pedro 2 continúa en el versículo 22 hablando de Cristo y dice "Él nunca pecó y jamás engañó a nadie. No respondía cuando lo insultaban ni amenazaba con vengarse cuando sufría. Dejaba su causa en manos de Dios quien siempre juzga con justicia".
Y eso me ha hecho pensar muchísimo y me he cuestionado si discutir con otros es sinónimo de falta de fe. He pensado que si yo discuto con otros para exigir respeto, estoy dejando de lado la promesa de que Dios pelea por mí. Es como no creer que Dios pueda intervenir en esas peculiaridades de la vida porque está demasiado ocupado en cosas más importantes. Pero te digo algo, vivir con la mirada puesta en Jesús nos saca inmediatamente de los estándares de este mundo. Eso significa que yo no tengo que pelear con nadie ni ponerme a su nivel para exigir respeto porque el nivel en el que Dios nos pone es infinitamente más alto y a la vez nos pide doblegarnos hasta lo más bajo. Es no dejar de ser hijos del Rey pero a la vez un servidor para todos. Es respetar a todos aunque no lo merezcan porque nosotros obtuvimos el perdón de Dios de una manera que no merecíamos tampoco. Es ser coherentes con que si el mismo Cristo no exigía respeto sino dejaba su causa en manos de Dios, era porque lo conocía y confiaba en él y nosotros debemos hacer lo mismo.
Qué bueno sería si quizás eres una persona conocida por discutir con todos, por exigir respeto o exigir tu lugar, puedas entender la verdad de que Dios cuida de ti y va a defenderte. No importa si es tarde o temprano. Es una promesa y la cumplirá.
Lo bueno de todo esto es que versículos antes dice "La voluntad de Dios es que la vida honorable de ustedes haga callar a la gente ignorante que los acusa sin fundamento alguno". Dios mismo da la orden y da la salida. Llevar una vida honorable es la salida.
Una vida en la que entendamos que nosotros no somos como los que tropiezan constantemente, no. Dice la Palabra "pero ustedes no son así porque son un pueblo elegido. Son sacerdotes del Rey, una nación santa, posesión exclusiva de Dios. Por eso pueden mostrar a otros la bondad de Dios, pues él los ha llamado a salir de la oscuridad y a entrar en su luz maravillosa". Por eso, ya que nosotros hemos recibido misericordia y bondad, podemos darla a aquellos que aún caminan en esa oscuridad de egos y crueldad. Nosotros somos la antítesis, el antónimo, los que nadan contra la corriente.
No es fácil, créanme que en los seres humanos vive un orgullo de no dejar que nos pisoteen, de que respeten nuestros cargos. Por qué creen que vemos tantos escándalos del típico "usted no sabe quién soy yo" y políticos protagonizan escándalos de todo tipo que provienen del ego.
Dios nos ha llamado a nosotros a ser diferentes, a salir de esa oscuridad. Actúen bien y hagan todo como para Dios y no para los hombres. Así no tendrán nada que decir en su contra por la vida intachable que llevan. Seamos luz y pidamos a Dios sabiduría, que el mundo realmente la necesita.
Nos escuchamos en un próximo podcast.
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