Amar, moverse, actuar, hacer todos los días por alguien actos pequeños, actos grandes, sacrificios admirables. Si nadie ve, si te ven todos, si oras entre cuatro paredes, si oras en público, si nadie se entera o todos te aplauden, no lo haces por ellos, no vives por la gente, lo haces por Dios, por su reconocimiento invaluable, por su aplauso, por el valor que Él le ha dado al amor por los demás sin esperar nada a cambio. ¿Difícil? Ciertamente. Cristo lo hizo, se rebajó a lo más profundo, siendo Él lo más alto. Se hizo hombre. Se hizo culpable a sí mismo de un pecado que no cometió: agredir a Dios, ir en contra de Su santidad, cortar la relación directa que tenía el hombre con Él. Y entonces vino, vivió entre nosotros, caminó entre nosotros, sufrió como nosotros. Siendo Dios, no tomó eso como algo a lo cual aferrarse, en cambio se hizo siervo, lavó los pies de otros en la humildad más profunda; tocó a un leproso, le otorgó el perdón a una prostituta, se sentó a la mesa con quien l...