Si fuese la última noche, la última vez que viera el cielo oscuro y sintiera la quietud en el aire... si fuese esta mi última noche, mi último anochecer en esta tierra, yo invertiría más tiempo mirando alrededor, disfrutando lo que me has dado, respirando profundo y viviendo sin prisa.
Si fuese esta la última noche, oraría un poco más a la víspera de verte, terminando aquí lo que me has asignado. Devolvería el tiempo para hacer más, disfrutar más y hacer cosas que no me atreví a hacer por miedo, por excusas, por ocuparme de otras cosas que en realidad no tenían mucho sentido.
Viviría a flor de piel tu presencia en mi universo y profundizaría más en tu Palabra, en tu presencia, en ti.
Si fuese mi última noche tendría tanto por agradecerte: El sol de las mañanas, las sonrisas que me hicieron sentir viva y definitivamente la gente que conocí. Me has hecho tan sensible a todo lo que sucede, tan pensativa, tan consciente del milagro de vivir...
Con lo curioso que resulta para mí mirar, caminar, escuchar, sentir. Con lo impactante que es para mí existir en este tiempo y no en otro, en lo que tú elegiste. Lo extraño que me resulta entender cómo se forma un bebé en el vientre de una madre, cómo creas vida donde no la hay, cómo dibujas el cielo naranja, y sobre todo, cómo me perdonas cuando puedes simplemente acabar conmigo en un simple susurro.
Si fuese esta la última noche diría que me place haber aprendido hace dos días a pensar que en todo lo bueno que me has dado puedo decir: "Dios es bueno al darme esto" o decir "si tuve este pequeño regalo que es tan grandioso para mí, ¿cuánto más será el Señor de grandioso? si esto es apenas una pequeña parte de su belleza, ¿cómo será verle cara a cara por fin?". Señor, tus bondades conmigo han sido infinitas, y aún así no termino de conocer cuán grande eres tú, Señor, cuán hermoso eres tú, oh Dios.
Las veces que me siento al borde de la muerte suelo detenerme a pensar en los regalos que me has otorgado, todos inmerecidos. He sentido miedo, mucho miedo, pero sé que al final estarás tú con los brazos abiertos, y que sin importar lo que pase, si despierto sabré que tu voluntad está conmigo aún en medio de cualquier situación, y que tu propósito no se acaba aún conmigo. No han sido pocas aquellas veces pero así tú lo has querido, Señor, y yo me gozo y sé que en medio de mi dolor, en medio del miedo que me genera, puedo orar y tú me escucharás e irás conmigo. Entrarás a cualquier lugar que me genere temor, y mi fuerza entera seguirá soportada en quien tú eres, Señor; invisible para algunos y tan claro para mí. No merezco ese regalo, no lo merezco ahora ni lo haré jamás.
Si es esta mi última noche, Señor, gracias, gracias por la felicidad que hallé en ti y sólo en ti; por el deleite que he hallado en tu nombre, y por lo maravilloso que debe ser por fin verte. Allí, donde no hay más llanto ni dolor, mi esperanza sigue puesta. Y si decidieras otra noche más para mí, permíteme vivirte un día a la vez, un día a la vez, haciendo que todo lo que soy te regale honra y que mi alma sea olor fragante para ti, en pureza, en amor, en perdón profundo, constante... en alabanza con cada cosa que hago, que digo, y sobre todo en cada cosa que pienso.
Que mi alma y mi espíritu continúen arraigados a ti hasta el final de mis días, y que mi último suspiro lleve tu nombre grabado, a mis 28 años o a mis 106, tú eres la vida para mí.
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